Crac! Te miras el estómago, percatándote de que estás sangrando a chorro: una hoja te ha atravesado y te vas a derrumbar. ¿De quién puede tratarse, ahora que estábamos tan cerca del cambio? Con tu último aliento giras la cabeza para observar a tu ejecutor, y con consternación te das cuenta de que tu atacante no ha sido otro que el Partido Socialista. La gente que conformamos las clases populares somos personas, tenemos sentimientos pero sobretodo tenemos necesidades, y nos habéis fallado. Gravemente. Esta misma mañana Pedro Sánchez (PSOE) y Albert Rivera (Ciudadanos) se han reunido para firmar un pacto a largo plazo que incluye investidura y gobierno. El pacto, recogido en un documento de 66 páginas con 200 medidas, tiene un poco de todo: Desde los tres tipos de contatos -el PSOE ha cedido permitiendo los temporales-, evitar la subida de impuestos como el IRPF (lo cual es negativo), reducir el senado a una cámara territorial de cien miembros o desmantelarlo, y, por supuesto, evitar que se haga ningún tipo de referéndum de autodeterminación en Catalunya ni en ninguna parte del territorio. Afortunadamente no todo son sombras, y algunas medidas como la derogación de la reforma laboral, de la Ley Mordaza, de la LOMCE, de las medidas medioambientales del gobierno popular, la distanciación entre justicia y política o la reforma de la ley electoral son medidas efectivas y necesarias. Pero en conjunto se trata de un pacto hecho para satisfacer al IBEX, a la avaricia de una Europa decadente, y que tampoco está tan distanciado de lo que podría haber hecho el mismo Partido Popular. Lo que está claro es que esto no es lo que votaron -mayoritariamente- los españoles el 20 de diciembre, y supone un buen golpe de morros para las clases populares, que pedían regeneración y cambio. El referéndum en Catalunya era algo necesario para dejar de tensar la relación y dar al fin con un resultado definitivo sobre lo que deberíamos hacer, deteniendo así la hipocresía del Govern català y el inmobilismo del Partido Popular, además de ser evidentemente un movimiento lícito y democrático. Pero no, PSOE y Ciudadanos han decidido seguir por la senda de los oídos sordos y de la represión, algo fuera de lugar en un estado democrático del siglo XXI. Estamos ante una grave crisis identitaria dentro del Partido Socialista, o quizá estamos asistiendo al final de su papel progresista y nos están mostrando su verdadera cara como la segunda pata del bipartidismo heredero del franquismo. Dentro de la formación del puño y la rosa hay muchísima gente muy honrada y que de verdad son de izquierdas, los cuales espero que actúen con coherencia a la hora de votar sobre los pactos este fin de semana. Pero evidentemente seguimos con el drama de los pactos del que hablé hace unas semanas, y es que este acuerdo no garantiza que vaya a haber gobierno de estas formaciones. PSOE + Ciudadanos suman sólo 130 diputados en el congreso, muy lejos de los 161 que iban a lograr junto a Podemos+confluencias e Izquierda Unida. El juego que ha estado haciendo el Partido Socialista tanteando el terreno a izquierda o derecha no podía terminar bien. Para desencallar la investidura y que Pedro Sánchez sea presidente del gobierno deberían abstenerse de la votación el Partido Popular, que ya ha asegurado que no ve futuro a este pacto, o Podemos, que está dolido y asegura que no dará soporte -tampoco Izquierda Unida- debido a la tónica regresiva y ciertamente neoliberal de las políticas recogidas en el documento de pacto. De este modo, la situación es muy complicada, y todo apunta a repetición de elecciones dentro de unos meses. Pero levanto la pregunta: ¿Por qué entonces anuncian este pacto a bombo y platillo? Quizá hay algo que no sepamos en todo esto, y es posible que sean las negociaciones para la abstención del Partido Popular de las que hablaba Ciudadanos. Una abstención del PP supondría que aceptan este gobierno, y entonces ¿dónde estaría el cambio? La única esperanza que veo para los españoles es que se repitan las elecciones y Pablo Iglesias y Alberto Garzón se sienten en una mesa, planteándose el presentarse juntos esta vez (en los comicios de diciembre con el mismo número de votantes hubiesen obtenido más de 100 diputados). De esta forma, la fuerza de la auténtica izquierda progresista se sentiría mucho más representada en el congreso y el PSOE tendría que acatar. Viendo el movimiento lanzado recientemente por Yanis Varoufakis, vienen tiempos de cambio para Europa, y ello requiere para nuestro país de un ejecutivo dispuesto a plantar cara y apoyar ese cambio. Adelante, fuerzas de la izquierda.

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