Un mundo feliz (Aldous Huxley, 1932), y el concepto me pareció tan interesante que lo he leído enseguida. La novela se sitúa en una distopia futurista en la que los seres humanos son fabricados en cadenas de montaje, existiendo distintos moldes para ellos: Alfas, Betas, Gammas, Deltas, Epsilones… Cada uno de ellos recibe un tratamiento genérico diferente y está diseñado para un tipo de trabajo: por ejemplo, los Epsilones, la casta más baja de la sociedad, reciben menos oxígeno en la mente y terminan siendo semienanos que sólo pueden hacer trabajos de campo o industriales en masa, sin variación y con un vocabulario muy limitado. Cada casta recibe una prensa específica, y en el caso de los diarios dedicados a Gammas o Epsilones, vienen sólo escritos con monosílabos. Desde su nacimiento, todos los gemelos del mismo molde son sometidos a un tratamiento psicológico que les condiciona a contraer un pensamiento único. Uno de los primeros capítulos relata como a un grupo de Gammas se les electrocuta al contacto con un libro, con el objetivo de que su mente conecte el objeto físico con la sensación de dolor y jamás vuelvan a acercarse a un libro. La narración se centra en Lenina y Bernard Marx, dos jóvenes Alfas que se encuentran en el escalafón superior de la sociedad. A pesar de contar con unas capacidades físicas y mentales muy superiores, ellos también se encuentran altamente condicionados. Sus únicos métodos de entretenimiento son el golf gravitatorio y las salas de sensorama, que simulan sensaciones reales a través del uso de olores y colores. Su comportamiento en la vida sexual es completamente infantil: creen en un amor completamente libre y en que lo único interesante que se puede sacar de una persona del género opuesto es sexo, la posibilidad de ser padres es un tabú que genera asco en los individuos. Este condicionamiento toma lugar posteriormente en la novela como contraste a la reflexión y profundidad que ofrecen otros personajes. Un elemento clave para comprender el comportamiento de los altos estamentos es el soma, una droga que se distribuye en tabletas y que sirve como relajante instantáneo. Cada vez que un Alfa se encuentra con algo desagradable o estresante, se toma un poco de soma para relajarse y olvidarse de los problemas. Resulta fácil establecer un paralelismo entre esta droga y el entretenimiento que consumimos de manera diaria para aislarnos del estrés del mundo real. La auténtica fuerza de la obra no se encuentra en la escritura, que tiene un ritmo irregular, sino en que esta distopia que nos presenta Huxley es perfectamente posible, se siente conectado a las raíces de las necesidades del ser humano en la sociedad postmoderna. Para tratarse de un libro publicado en 1932, ha sido capaz de predecir el avance de la vida humana con un acierto que asusta. Y lo peor de todo es que el razonamiento tras las bases de este sistema pueden resultar perfectamente razonables para no pocos sectores sociales. En definitiva todas estas castas sociales han sido creadas para ser felices con aquello que hacen, y para no comprender ni desear nada de lo que hay más allá de ellos: de ahí viene el concepto de ‘un mundo feliz’. Nos encanta llenarnos la boca con lo importante que es la libertad, pero lo cierto es que el ser humano no está preparado de facto para ser totalmente libre. Por esto es que el anarquismo fracasó, y si realmente nos ponemos a pensar en ello, mucha gente que nos rodea y que no ha gozado de la educación o cultura necesarias es extremadamente sencilla y conformista, sin plantearse jamás el deseo de una vida mejor y más plena. Asústate, porque cuando sales a la calle ves cientos de Gammas y Epsilones. Quizá incluso tú lo seas. En realidad los humanos no somos más que otra especie animal que cuenta con la bendición del raciocinio, que nos ha permitido dominar el planeta y transformarlo a nuestro gusto, pero hay que entender que el desarrollo genético no es tan veloz como el tecnológico y que la moral humana está muy lejos de encontrarse en un estadio lo suficientemente avanzado para garantizar un estado de paz basado en la libertad. Los intereses monetarios, sentimentales y personales suponen una fuente constante de conflicto de la que es imposible liberarnos, al menos a priori. Este concepto es el que soluciona Huxley con su visión de un mundo en el que, en vez de luchar por la igualdad de todos los individuos (algo utópico para muchos), todos han sido creados para comprender y aceptar su lugar en la sociedad y las diferencias entre ellos y el resto de individuos. ¿Es este el único modo en el que los humanos podamos alcanzar la auténtica felicidad? Es posible, a fin de cuentas la felicidad es un concepto muy relativo, y que algunos buscan desrelativizar. Lectura recomendadísima.