los soldados desplegados son aquellos que con plena ‘autorización legal’ pueden eliminar a sus objetivos hostiles, previamente identificados. Wayne nos plantea la siguiente situación: ¿Si un comandante sabe que hay civiles en la zona de operaciones, cual es el procedimiento adecuado? El ex abogado militar detalla que no existe ninguna obligación legal (respecto los Convenios de Ginebra o los Estatutos Militares) de proceder con la evacuación de civiles en una zona de conflicto, pero si se daña su integridad física se produce un crimen de guerra, ya que la población civil está totalmente ‘protegida’ por el Derecho Internacional Humanitario. Según Wayne las tropas atacantes suelen advertir a la población mediante el despliegue masivo de panfletos o avisos de radio(como realizaron los marines norteamericanos durante las ofensivas en Afganistán de 2010 o las tropas de Israel durante la Operación Margen Protector en 2014). Tal táctica supone diversas ventajas y desventajas a la hora de planificar las operaciones bélicas. La mayor desventaja sin duda es perder el factor sorpresa. Pero el oficial retirado describe una de las mayores ventajas: ‘Lo más probable es que los civiles (cuando huyan) se dirijan hacia sus tropas (las enemigas), provocando a éstas mismas dificultades logísticas y tácticas’. Wayne insiste en la necesidad de las tropas atacantes a no identificar y atacar a civiles desarmados, ya que violaría claramente las leyes de la guerra, refiriéndose sobretodo a acontecimientos sucedidos en Sarajevo, dónde francotiradores abatían a individuos no combatientes. ‘Allí se cometieron crímenes de guerra, no por la no-evacuación de civiles, sino por su asesinato’. El autor insiste en que todo comandante aboga por la evacuación de civiles ya que éstos ‘consumen todos los suministros del campo de batalla’. Wayne destaca ciertas responsabilidades que se deben tener en cuenta en combate para minimizar las bajas, en primer lugar las tropas atacantes deben hacer los máximos esfuerzos para no herir ni matar a civiles inocentes. En segundo lugar, las tropas defensoras deben hacer todo los posible para evacuar a los civiles (aunque no sea necesario legalmente hablando) y finalmente a los propios civiles, quiénes deben ser responsables también de su propia seguridad. Escribo esta reseña días después del bombardeo y destrucción del hospital de Médicos Sin Fronteras en Kunduz, Afganistán, causando la muerte de 22 personas, entre ellas pacientes y personal sanitario. Irónicamente los causantes del ataque son las mismas fuerzas armadas de las cuales pertenecía nuestro autor. Éste hecho es un indicio más de la necesidad de reforzar la legalidad internacional dedicada a la protección de la integridad humana (casi ya inexistente) en un conflicto armado. Jaume Sendra

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