Surrealismo, biomecánica y sexualidad: rasgos que
marcaron a una generación de artistas
Podemos entender la ciencia ficción como un género en el que proyectamos nuestra visión de una sociedad futura, con todo tipo de avances científicos y tecnológicos, también usado para narrar futuros distópicos que denuncian elementos de nuestra sociedad contemporánea. En la segunda mitad del siglo XX, con la explosión del cine de ciencia ficción, los artistas se lanzaron con diseños más atrevidos y surrealistas, nacieron subgéneros como la biomecánica, cuyo pionero fue el diseñador suizo Hans Ruedi Giger (1940-2014), uno de los artistas más influyentes de las últimas décadas. El director Oliver Stone (Natural Born Killers) afirmó en 2001: “No conozco a nadie más que haya retratado con tanta precisión el alma de la humanidad moderna. Dentro de unas décadas, cuando se hable del siglo veinte, se pensará en Giger”. Un visionario H.R. Giger comienza su carrera en Suiza como diseñador de interiores, pasándose al cine en 1973 tras haber sido recomendado por Salvador Dalí con Dune, una adaptación de la novela de Frank Herbert dirigida por Alejandro Jodorowski, que finalmente sería cancelada. El mismo año, el autor publicó el Necronomicon (nombrado así como homenaje a H.P. Lovecraft), un libro compilatorio de los horrores generados por su trazo. La obra sorprendió al director Ridley Scott, que lo contrataría para la legendaria película Alien (1979). Los diseños arquitectónicos y de las criaturas en la película, junto a la brillante dirección de Scott, inspiraron incontables pesadillas. El estilo biomecánico de Giger mezcla carne y metal con un grado de detalle reminiscente del gótico y énfasis en el sexo. Por ejemplo, el diseño original de la cabeza xenomorfo de Alien (en la pintura Necronom IV) tenía un enorme falo en la parte trasera. Era una criatura que disfrutaba el arte de matar, aunque dicho concepto se perdería en las secuelas, que lo convertirían en un monstruo bélico genérico más. El autor trató también cuestiones sociales en obras como la pintura en tinta Máquina paridora (1969), que coloca unos extraños embriones dentro del cañón y el cargador de una pistola, criticando la superpoblación, o el acrílico Passage XXIX (1973), que retrata al sexo como una actividad mecánica. Aún estando rodeado de arte oscuro, satánico y nihilista, Giger se consideraba a sí mismo un tipo muy tranquilo y cercano. Hay quien dice que fue telúrico, esto es, que de algún modo estaba conectado espiritualmente a su tierra, Suiza. Un amigo suyo relató en Dark Star, su documental póstumo, que ‘’las manos de Giger funcionaban como un sismógrafo: era capaz de canalizar las vibraciones más extrañas de este mundo y del de más allá para darles una forma física.’’ El ‘boom’ de Alien Si hablamos de cine que bebió de Alien, probablemente la primera película que nos viene a la cabeza es The Thing (1982), de John Carpenter. La premisa es prácticamente la misma: un equipo aislado con una criatura alienígena de la que no pueden huir y a la que no pueden matar, sin siquiera saber en quién pueden confiar. Claustrofobia. Aunque la Dune de Jodorowski jamás fuera concebida, sus diseños de naves espaciales y ciudades han dejado huella en algunas de las películas posteriores más relevantes, como Star Wars, Blade Runner, o el futuro dominado por las máquinas de Terminator. Casi por accidente, Giger había conquistado un género. En términos visuales, el éxito de Alien proviene del contraste de dos estilos. Por una parte, tenemos a Jean Giraud -artísticamente conocido como Moebius- y su acabado retrofuturista para la nave Nostromo y las instalaciones humanas, sucio y antiguo, pero familiar, como se vio en Star Wars (1977). Por otro tenemos las monstruosidades de Giger, lejos de toda posibilidad de comprensión por nuestra parte. Esta mezcla de lo alieno y lo conocido elevó a Alien, convirtiéndola en uno de los filmes más influyentes de todos los tiempos. El éxito de la película trajo mucho dinero a Giger, que pudo empezar a trabajar en múltiples esculturas, siendo la más reconocida El bebé de la máquina paridora(1998), regresando también al mercado de los muebles con sillones, espejos, mesas o fanales realmente tétricos, llenos de muerte. El uso de los efectos prácticos -como el traje de Alien- es cada vez más residual en el cine actual, para el disgusto de muchos fanáticos. Giger declaró en una entrevista para la revista española La Estadea en 2006 que el medio se está volviendo ‘’más aburrido, ya que todo se puede hacer con la informática; antes los efectos eran relativamente primitivos, pero daban la sensación de proceder de algo real’’. Alabó también la película The Blair Witch Project (1999), ya que ‘’no había efectos especiales ni nada, sólo una cámara, material filmado, el bosque, el lugar y la tensión.’’ Impacto en la música y en el cómic El mundo de la música también ha recibido su dosis de Giger, con múltiples diseños en portadas de álbumes de artistas como Debbie Harry, Celtic Frost o Steve Stevenson. En el año 2000 diseñó un micrófono para el cantante de la banda de nu metal Korn, Jonathan Davis, con la forma de una mujer mecánica desnuda, sin brazos y con una cabeza recortada y alargada como la del xenomorfo, que debido a su base curvada va balanceándose durante los conciertos. La franquicia Alien ha sido adaptada y reimaginada múltiples veces también en formato cómic. La editora Dark Horse produjo diversas series durante los años noventa, entre ellas ‘’Aliens: Salvación + Sacrificio’’, con los dibujos de Mike Mignola (Hellboy). El xenomorfo se deja ver con frecuencia entre el merchandising en la edición 2016 del Saló del Còmic de Barcelona. El encargado de la parada de Star Props afirma que Giger es ‘’uno de los autores más importantes de las últimas décadas, ya que rompió con las convenciones de la ciencia ficción e innovó con su estilo biomecánico’’. [gallery ids="3288,3289,3290,3291,3292,3293"]