La ilusión y esperanza abiertas con las movilizaciones del 15M, se va diluyendo. Este movimiento, junto al reto del independentismo catalán, han sido los factores decisivos que han puesto en crisis el régimen político del 78 (ambos factores estimulados por la estafa que ha supuesto la crisis y los niveles de corrupción de nuestra clase política). En mi opinión la lucha independentista en Catalunya es hoy por hoy el factor determinante de la crisis que se abate sobre el Estado español y el elemento que pude obligar a su regeneración.
Ada Colau, en defensa de la España Federal, acusaba a los que hemos optado por la independencia de Catalunya, de ser reaccionarios porque decimos que el Estado español es irreformable, que confundíamos al Estado español con el control que hoy ejerce el PP, que si se consigue sacarlo del poder, el Estado se podrá reformar y generar una dinámica que lleve a un referéndum de autodeterminación en Catalunya. Sin embargo, muchos creemos que el Estado español es irreformable en un plazo de tiempo relativamente corto, y el abanico de oportunidades que el 15M y el independentismo catalán han puesto sobre la mesa pueden acabar en frustración si el cambio no llega relativamente pronto.
La victoria del PP en las dos últimas elecciones generales y las perspectivas de que siga creciendo en unas terceras, la hegemonía del PSOE en el campo de la izquierda española y la incapacidad de Podemos para dar el sorpasso, la existencia de una burocracia estatal dominada por los mismo grupos sociales que se beneficiaron del franquismo (Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Supremo, Tribunal de Cuentas, Abogados del Estado, casta diplomática, Fiscalía General, Tribunal Constitucional, etc.), el hecho de que una parte de la sociedad española haya digerido ya la indignación y esté en una fase de resignación y de desmovilización, una fuerte base conservadora de entre 6 y 8 millones de votos que se lleva el PP de manera habitual y que le dan un poder de bloqueo decisivo ante cualquier intento de reforma constitucional, etc., son factores que nos lleva a una conclusión: empecemos el cambio por Catalunya donde sí existe una fuerza social movilizada como no se conoce en Europa.
La independencia es la oportunidad de provocar en Catalunya la ruptura democrática que no fue posible en 1978. Construyamos así la posibilidad de crear un país nuevo, una Constitución no contaminada por la herencia franquista y de carácter republicana, y con una hegemonía social de las izquierdas que nos ofrece la oportunidad convertir a Catalunya en un referente para todos aquellos que en Europa creen en el cambio.