¿Recordáis hace ya casi medio año cuando dije que iba a publicar el artículo reseña de la segunda parte de Kadingir (el Señor de Zapp) y no lo hice? Bueno, antes de terminar el año hay que cumplir con ciertas series y debería terminar con esta antes del día 31.

No os lo toméis de una forma que no es. La colección de Kadingir es mi tercera favorita a día de hoy, tan sólo superada por Las crónicas del asesino de reyes y La llave del tiempo.

Pero hoy no os ha dado por entrar en esta página para leer mis explicaciones. Habéis entrado aquí para saber si merece la pena seguir leyendo la colección después de haberos quedado flipando con el primer libro como me pasó a mi hace más de 6 años ya. Si no lo habéis hecho, ya estáis tardando.

La respuesta es un sí como una catedral y ahora os explicaré el porqué.

Después de que nuestra gran heroína Ishtar se hiciese con la piedra roja del cetro que llevaba en la familia de los reyes Sata desde tiempos inmemoriales y que sus colegas ganaran la batalla que casi destruye la caverna de las pruebas del oráculo…

Ah, claro, si no habéis leído el primer artículo igual estáis un poco perdidos… ¿Ya os lo habéis mirado? ¿Sí? Bien. Continuemos.

Como iba diciendo, después de que los colegas de la Reina Ishtar se marcaran una batalla alucinante delante de la Cueva del Oráculo y le dieran una buena patada en el trasero al malo malísimo llamado Usumgal, se encontraron con que a nuestra protagonista todavía le quedaban algunos factores de habilidad por conseguir y por eso mismo, el Gran Consejero Nakki (antes conocido como el osito de peluche diabólico Nakki) la manda de cabeza a la ciudad de Shapla, para entrenar con Kuzu, rey de los Kuzubis.

Una vez en Shapla, al no tener el nivel de aprendizaje mínimo para entrenar con él, este la manda a la clase de teoria básica Kuzubi, donde Ishtar se da cuenta de que los medio-peces son muchísimo más rancios de lo que pueda parecer. Pero no tiene por qué ser una estancia aburrida. Si leéis el libro ya veréis por qué.

Mientras, en la ciudad de Boma, en el hemisferio sur del planeta, los Sutums se encuentran con el problema que les lleva fastidiando toda su existencia desde hace décadas: la población de su ciudad subterránea crece muy rápido y no pueden edificar en la superficie ya que Usumgal se daría cuenta y mandaría a sus tropas… y eso sería un problema bastante gordo.

Pero ahí no acaba todo ya que el científico más ilustre de todo Ki, Galam, se encuentra con un ladroncete en su laboratorio que resulta ser mejor que él en su campo y sin tener ninguna formación. Como es lógico, esto no le hace ninguna gracia pero se le acaba cogiendo cariño.

Seguro que me dejo algo… (puede que intencionadamente) Sea como sea, todos estos problemas que os he expuesto, deben resolverse de alguna forma y yo no soy quién para marcarme un spoiler y fastidiaros la lectura a todos. Así pues, lo que os puedo recomendar es que os hagáis con el libro, que es barato, lo acaban de reeditar arreglando fallos cronológicos prácticamente imperceptibles para un lector aficionado y seguro que las dos autoras y el autor os lo agradecerán enormemente.

Ahora sí que prometo y pienso cumplir con mi palabra de publicar la reseña de “El Caso Shapla” antes de que acabe el año. Al fin y al cabo lleva escrito desde que salió el libro, sólo que había que publicar este antes.

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