Cómo no, la historia gira entorno a una nave espacial de colonización llamada Covenant y su tripulación, que se dirigen al planeta Origae-6 para empezar allí una nueva vida. Por casualidad, reciben una señal de un planeta desconocido, da el caso de que es habitable y deciden pasarse para averiguar de qué se trata. Aquí es cuando empiezan los problemas. Después de una larga introducción (aunque no menos necesaria), aterran en el planeta, desconociendo el peligroso “virus” o parásito que se esconde entre la naturaleza, y que será el responsable de todos sus problemas. A partir de aquí, descubren fragmentos de lo que fue un día aquel mundo, y en lo que se ha convertido ahora. Conocen a David, el personaje clave de la película, que será de ahora en adelante la “persona” más importante de la historia. La película nos ha respondido a muchas preguntas que nos dejaron en el aire con Prometheus. Es más que nada para lo que se ha hecho, aunque muchos hablan bien de ella. Alien: Covenant nos da más información del alien que cualquier otra película de la saga, y al acumularse tanta información en dos justas horas se puede hacer agobiante e incluso pesado, o así es como lo ven muchos fans de Alien. A mí, por otro lado, no me ha molestado mucho (y he de mencionar que soy una gran fan de la saga). Lo que sí me ha molestado, a mí y a muchos otros seguidores, es el hecho de que los personajes cambien tan repentinamente de personalidad, según la situación en la que se encuentran a lo largo de la película. Es decir, todos cambiamos de actitud si se nos viene un alien encima, y es normal que nos repercuta en las acciones del futuro, pero en el film se muestra de forma un tanto descarada, y también tuvieron ese problema con Prometheus, donde se comenta que los personajes parecen estúpidos y toman decisiones absurdas. Parece ser pues, que este error se ha podido arrastrar un poco en su secuela. Se notan fallos en dirección, se acerca más a una película de acción que no más a una de Alien tradicional, aunque ahí es donde veo yo el problema de las muchas quejas de sus seguidores; Ridley no quería hacer otra película de Alien, donde el alien es la figura protagonista que aterra a los tripulantes, quería explicar su origen, y por tanto es imposible que esperemos ese tipo de película. Al menos yo, cuando entré en el cine, no estaba esperando ver un Alien: el octavo pasajero 2 . La escenografía es algo que no he echado de menos. Como siempre, Scott decora hasta el último detalle de sus escenas, de los trajes espaciales, de laboratorios…¿Qué puede ser un problema? Que el Alien está hecho en CGI (por ordenador). Se mueve más deprisa, tiene menos intriga, crece mil veces más rápido que el original… Muchos hemos echado en falta el traje tradicional, aunque dada la situación actual del cine, lo entiendo. Pero, sin tener en cuenta esto, me he quedado muy satisfecha en lo que es el diseño: el Neomorfo (uno de los nuevos aliens), y entre otras criaturas que nunca antes habíamos visto tan de cerca. Los edificios y monumentos, la gran mayoría inspirados en obras de H.R Giger, el diseñador original de la criatura y todo lo que le rodea, acompañado de Moebius para remodelar las naves espaciales. Por tanto, ya que soy gran fan de Giger y toda su gran influencia en la saga de películas, me ha gustado mucho ver bastantes de sus cuadros en diferentes situaciones de la película. David, se podría decir el personaje más importante del film, se nos presenta en primer lugar en Prometheus. Es el androide que guía a la tripulación, y que acaba viajando a otro planeta con la Dra. Elisabeth. Lo que les pasa es lo que nos cuenta Covenant. Ahora bien, ¿Quién es David en esta historia? El robot es la figura más representativa del significado de todos los sucesos que nos explica la película, además de mostrarnos el lado más frío y sediento de la necesidad de crear, en su caso, de crear vida. Se podría decir que es el “malo de la película”, aunque yo no lo veo para nada de este modo. Realmente, representa la avaricia del ser humano en avanzar y avanzar, crear y descubrir a cualquier precio, arrasando con todo lo que nos ponen por delante. ¿Qué decir entonces de Alien: Covenant? Ha sido una buena película. Una historia persistente, una genial producción y, aunque dirección tiemble un poco, ha sido fiel a lo que la figura del Alien representa. Ha dado significado a su existencia, la de sus creadores y la nuestra, con un androide que persigue un sueño muy humanizado que, más que miedo, impone respeto y curiosidad. Así que Scott, con este lado de rodaje que sólo habíamos visto en Prometheus, me sorprende otra vez más y satisface sin duda mis expectativas

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