El otro día un amigo mio me preguntaba si había visto la final de la superbowl, me sorprendió esa pregunta. La sorpresa estaba en el hecho de que me lo preguntara él, una persona para nada aficionada al deporte y que me conoce tan bien que sabe que el fútbol americano no es mi santo devoto. Enseguida caí en la cuenta de que se refería al espectáculo, ese gran despliegue mediático que es capaz de eclipsar incluso el resultado del mismo juego.

Como os iba diciendo, este es un amigo de confianza y como es natural conoce mi lugar de nacimiento, la hermosa ciudad de Barranquilla, Curramba la bella. Me explicó que en un momento de este gran evento la también colombiana Shakira esgrimió la frase: en Barranquillla me quedo; popularizada por el famoso y gran ausente salsero Joe Arroyo. Esto de buenas a primeras no me sorprendió, segundos después me contaría que su compañera de trabajo también de curramba le había insistido en ver este intermedio tan famoso.

Me interesó el tema, la manera como me lo explicaba mi colega, Hícham, captó mi atención y ni corto ni perezoso reprodujo el video para mi deleite. Shakira y J.Lo, archiconocidas latinoamericanas comiéndose el escenario con carácter, seguridad y sensualidad. De repente vi el despliegue de latinoamericanidad que me impactó gratamente en el centro de atención de los yanquis y del mundo entero.

Vi delante mis ojos y en pocos minutos muestras de una tradición musical opulenta, salsa, cumbia reggaeton que no falta nunca y luego llegó la champeta. Tuve que limpiar la baba de la mesa, pensé para mis adentros: ¿Cómo es posible? Una música que no ha sido comercial en el imperio y ahora en el centro de unos de sus ritos culturales más mediatizados.

Seguía en mis pensamientos y en mi interioridad me dije: “Que poder carajo”; luego seguí hablando con Hícham y le dije “esto es champeta”, un género que vino directamente de África ya en el siglo XX y no por esclavos sino por marineros de barcos comerciales. La champeta que en África tiene el nombre de soukous, aunque en Colombia el país receptor no solo será soukous lo que se considerará champeta, es un género sincrético donde el son cubano está mezclado con una tradición africana, sobretodo de música congoleña. Digamos que latinoamérica penetró a África con un son que ya era en parte africano de base.
 
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Pero volvamos al tema, esta champeta cuando se introdujo en Colombia fue utilizado como mercancías por personas normalmente de clase popular que tenían sus “picós” (“pick ups”), algo así como los “sound system” jamaicanos que monopolizaban las discotecas. La forma de monopolio era fácil, habitualmente estos discos eran verdaderas primicias y eran únicos o existían muy pocas copias, además de tener títulos en lenguas africanas que dificultaban su obtención.
El título con que las clases populares nombraban a las canciones era habitualmente con palabras del castellano, costeño colombiano, que guardaba un parecido fonético con las letras que se escuchaban. Este fenómeno cambió al hacerse criollo, músicos colombianos emulaban con características criollas este género musical y se hizo la distinción entre champeta africana y criolla.
El hecho en todo esto es esa invasión “latina”, como aquella invasión británica que hubo con “The Beatles” y compañía. Si bien la música latina ha irrumpido en muchas épocas en la cultura estadounidense y de muchas maneras, esta vez parece tener el control total del “mainstream”. Si bien en la política de este país de Norteamérica se comienza a vislumbrar el peso latino, en el cultural el latino ha hecho suyo este país, con la música ha imbuido hasta las entrañas de la conciencia del consumidor cultural.
Llevándolo al ámbito político es un grito decolonizador, un placaje a una cultura norteamericana que no ha dejado de generar valores a sus vecinos del sur. Le ha llegado el turno al pensamiento del sur aunque infecto del liberalismo norteño. Lo interesante de esto es que este adentramiento cultural articula un nuevo lenguaje, esto quizás genere contradicciones que sean difíciles de evitar frente al espíritu colonizador del pensamiento norteamericano, un acercamiento al sur y su modo de vivir la vida, al ser latino y sus relaciones con el mundo. El filósofo Dussel si lo ha visto bailó en un solo pie, es de esa analéctica de la que habla lo que sucede en ese país que se siente el centro de todas las miradas.

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