Seguimos en cuarentena. Ha pasado ya una semana. Siete. Días. Encerrados. En. Casa. Me voy a volver loco. Ya me estoy volviendo loco.
Pero no todo es malo, ya que gracias a ciertas conversas con personas que todavía no conozco pero que espero conocer pronto, vuelven recuerdos olvidados. De hecho este recuerdo en cuestión está tan difuso en mi memoria que es prácticamente un redescubrimiento. Dado que las cosas han ido sucediendo de esta forma, voy a escribir este artículo como uno de los viejos “Descubriendo a” que abandoné hará como cuatro años.
Hace un tiempo ya, debía estar en algún festival o alguna fiesta mayor de algún lado y me topé de cara con un grupo valenciano que se llama El Diluvi. Creo que debía estar yo acompañado de mi fiel compañero de aventuras y ex-redactor de este medio Jaume Sendra, aunque el lugar concreto no soy capaz de recordarlo. El tema es que estaríamos ahí como de costumbre echando un vistazo a lo que se ofrecía y a lo que no, y para ser realistas flipamos con ellos. Venían a simbolizar todo lo que habíamos perdido en 2013 (Aspencat) y 2014 (La Gossa Sorda).
Diluvi tienen un estilo que se mueve entre el reggae y el ska, la música de las tierras valencianas, con ciertos retazos a cumbia, pero también a rock y a música celta. Es todo muy multigénero. Si algo han demostrado los valencianos es que cuando les toca adaptar estilos, son los putos amos. No hay más que echar un vistazo a la historia reciente de la música de estas benditas tierras del sur para darse cuenta. Por supuesto, siguiendo el legado de sus antecesores, sus letras se dirigen más a la lucha social que al amor-desamor al que nos han malacostumbrado las discográficas desde siempre.
Como algunos sabréis, soy una clase de periodista en peligro de extinción, uno de aquellos que hacen reseñas de discos, grupos desconocidos y canciones mientras lo descubre por (esta vez más o menos) primera vez, y la verdad es que no recordaba yo que fuesen tan buenos. Y ya me parece raro. No quiero ni pensar como debía estar yo en esa fiesta como para no recordar apenas el concierto.
¿Puede alguien explicarme cómo demonios puede mezclarse reggae con música celta de una forma tan brillante? No solo eso, si no que esta gente también construye su arte de una forma que me encanta: con los bajos por las nubes y unos punteos de guitarra que quitan el aliento.
Y así, de repente, vuelvo a encontrarme en esa situación en la que me he encontrado tantas veces en las que voy a echar un vistazo para ver si van a venir pronto a Barcelona, cuando recuerdo que estamos encerrados todos en nuestras casas por un bien mayor. Echo en falta mis conciertos y echar fotos cual puto loco. Ya volveré.
Quizá me estoy olvidando de lo más importante, que es enseñaros de qué va el asunto concretamente. Vamos a ello.
Empezaremos con un tema que parece sacado directamente de la discografía de Aspencat. “Heroïnes de la fosca nit” es una maravilla del ska valenciano más puro, una canción rebelde, que incita al baile más loco posible, a hacer ollas como si no hubiese un mañana, a desafiar al sistema y sobre todo, a abandonarse al sonido que sin duda va a servir de medio para viajar muy lejos.

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Otro buen ejemplo sería “Tremole” que vendría a desviarse más hacia una especie de reggae que se ha encariñado mucho con la cumbia, dando así como resultado una canción que realmente sí que le hace a uno temblar. No hay más que escucharla con los ojos cerrados para que esa letra nos haga dibujar en nuestra cabeza la cara de la persona con la que nos gustaría estar temblando ahora mismo en el encierro en el que nos encontramos. Ya entendéis a lo que me refiero. Y los que no lo entendáis, es que sois demasiado jóvenes, ya os llegará.

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Y se hizo la cumbia celtificada (vaya un palabro acabo de sacarme de la manga) con “I tu, sols tu“, cuya melodía es llevada por un violín que surfea por encima de los demás instrumentos que pueda uno notar en la canción. La letra es una especie de oda a la lucha por la igualdad de género y al poder de la mujer, a lo que viene siendo el feminismo, así como el videoclip contiene imágenes de las sufragistas y de manifestaciones del 8M y lo que más me ha puesto los pelos de punta, imágenes de las mujeres luchadoras de Palestina, incansables, justas e invencibles. Los galos no eran los que resistían ahora y siempre al invasor. La revolución será feminista, o no será, ya lo vimos cuando Rojava, o cuando tocó defender la II República, o cuando los soldados de aquél país que tanto me gusta (léase con ironía) llamado Israel, se atrevieron a disparar a la cabeza al primo de Ahed Tamimi  sin justificación alguna.

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Misèria i Amor” es más indie-pop, pero con aquél retazo de reggae que no puede faltar. Quizá no sea la mejor comparación que pueda hacer pero me recuerda al Flashed Junk Mind de Milky Chance. Y a partir de la mitad de la canción, esa especie de “canon” que no es un “canon” pero sí que se van sumando voces al “No soc capaç de dir-te t’estime” y ello le da un toque… cuanto menos curioso y vibrante. Y es una putada, ya que no consigo recordar a qué canción me está llevando esta parte en cuestión. Ya me veo mañana teniendo una epifanía mental y cayendo de golpe en qué maldito tema era. Lo que sí sé seguro, es que yo no soy Romeo y tú no eres Julieta.

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Y para terminar, una maravilla multigénero creada por el grupo que nos ocupa en primer lugar, Roba Estesa en segundo, y la maravillosa Balkan Paradise Orchestra, creando así una especie de melodía semi-bosnia-ska, como aquellos pedazo de temas que se marcaban los genios de Dubioza Kolektiv, pero a lo Països Catalans style, más tranquilito, del chill, como los instrumentales de Goran Bregovic, cuyo Gipsy Reggae se asemeja más al Balkan Dub que al Balkan Reggae. Creo que estoy rizando demasiado el rizo. Quedémonos con que es un pedazo de tema.

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Creo que este artículo para formar parte de la serie de artículos breves de “La Cuarentena 2020” me está quedando demasiado largo, esto es casi una crónica extensa. Así terminamos la primera semana del apocalipsis microscópico.
Mañana, con un poco de suerte seguiré publicando, como llevo haciendo cada día desde hace una semana. Quizá mañana les dedique el artículo a Aspencat, La Gossa Sorda y Obrint Pas. A ver si entre todos hacemos esta situación histórica más digerible. Ahora y más que nunca, cuidaos mucho.

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