Estamos a día 10 del estado de alarma, con un gobierno incompetente y superado y en un país obsoleto. De puta madre todo. Todavía no me he vuelto loco aquí encerrado, tengo tiempo de revisar artículos, redactar otros nuevos y volver más atrás de lo que soy capaz de recordar.
Hoy os voy a hablar de Georges Moustaki, al que quizá recordaréis de otros artículos como uno de los pocos “Recordando a” o una de las entregas de “Músicas contra el poder“. Si bien ya hay material de este músico en este medio, la verdad es que no he explorado todavía la parte más solitaria de su persona, y eso es lo que voy a hacer. ¿Y por qué vas a intentar deprimirnos a todos? Esa, queridos amigos míos, no es la intención.
El otro día, subí un storie a esta red social a la que se suelen subir fotos de postureo en la que preguntaba sobre qué deberían tratar los próximos artículos y una amiga respondió con la siguiente premisa: “Vivir alejado de la civilización, ¿Suicidio o salvación?” Si bien el bueno de Moustaki no era un hermitaño, es bien sabido que pasó toda su vida solo, lo tenía asumido y pese a que le pesaba enormemente, le dio suficiente como para escribir algunos de los poemas más preciosos que he tenido yo el placer de escuchar.
Como supongo que os dará pereza leeros la biografía de nuestro colega (que por desgracia se marchó de la tierra en 2013), os voy a hacer un pequeño resumen. Nació en Nueva Alejandría en 1934, hijo de padres griegos, se marchó a vivir a Francia siendo bastante joven. Empezó a componer temprano y pese a que se negaba a cantar sus propias composiciones, cuando entró en contacto con Edith Piaf y le enseñó de lo que era capaz (a parte de ligársela muy fuerte y brevemente), ella y su círculo le “obligaron” a poner las cartas sobre la mesa.
Así se encontró de pronto tocando para nostálgicos de la vida y para gente a los que entendía perfectamente. Vamos a empezar fuerte, avisados quedáis.
La primera canción que vamos a revisar es “Ma Solitude“, uno de aquellos temas que a uno le encanta, pero que de lo jodido que es, lo he escuchado muy pocas veces. Demasiados recuerdos asociados. Sea como sea, es una oda a la soledad, a esta que siempre nos va a acompañar por mucha gente que podamos tener alrededor. Una soledad de esas que por muchas “cortesanas” que a uno le puedan llegar durante la vida, esta va a ser siempre la definitiva, va a ser la compañera eterna de la vida, por mucho que uno se mueva, no puede escapar de ella. Un amor y una prisión a la vez. Como pareja, es tan basta, que se acaba quedando la cama para ella sola todas las noches. Ni que me leyese la mente. Y bueno, qué decir, que si en algún momento se prefiere a otra compañera, no hay que preocuparse de nada, que la Soledad siempre va a volver, cual eterna compañera de viajeros insensatos. La canción es corta, pero asesina de voluntades.
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Ahora que ya estamos listos, vamos a la siguiente, “Ma Liberté“, canción que más que estar inspirada por una supuesta libertad, más bien diría que está dedicada a “otra cortesana”, ya que por la letra podemos intuir que muy libre, no es que se sienta, si no que más bien hubo una persona que le dio “la libertad”, una “libertad” que incluso le hizo apreciar la soledad y que le hacía sonreír incluso cuando una bonita historia estaba terminando. Una libertad que le curó heridas, pero que tuvo que acabar abandonando por desesperación “una noche de diciembre”. ¿De qué me sonará eso a mi? Demasiadas casualidades en las letras de Moustaki, para variar. Profetizando mi vida 40 años antes de que ocurriera. La cosa es que abandonó a esta “libertad” para ser el esclavo de una “hermosa carcelera” que, como no podía ser otra, es la soledad. También corta, pero matona.
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La tercera es “Le Facteur“, una canción que yo diría que también para variar está basada en una ruptura, esta vez de las bestias, ya que integra todo el amor que le pudiese tener a la persona que fuera, en una “carta” que no va a llegar nunca a su destino porque el cartero “ha muerto a la edad de 17 años”. Puede que el cartero fuese una alegoría para el sentimiento, ya que una vez muerto, este vuela libre como un pájaro por el cielo azul. Es importante la frase “je t’aime, autant que je t’aimais, mas je ne peux le dire désormais“, algo que vendría a querer decir “Te quiero, igual que te quería, pero ya no puedo decirlo más“. Podría ser perfectamente mi epitafio. Y como bien decía yo, al morir el cartero, se llevó las últimas palabras que escribió para ella. Al final, se resuelve (mal) diciendo que al fin y al cabo el amor ya no puede viajar, porque el mensajero que debía transportarlo, ya no está. Deep y sad a partes iguales. Como no, al morir el cartero y morir el amor, vuelve su eterna cortesana, que ¿sabéis cuál es? Efectivamente, la soledad. Todo ha terminado para nosotros dos.
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Sea como sea, aunque estas tres canciones estén influenciadas por mujeres, el sentimiento es bastante extrapolable a alguien que no quiere o no tiene contacto con la civilización muy a menudo. Según el bueno de Georges, alguien que, sinceramente, me representa demasiado, la cosa no es si la soledad es una salvación o un suicidio, es más bien saber cómo llevarla al lado. La civilización es cruel, es inhóspita y asesina, es una lucha de poder constante y el que es débil (aka pobre), muere, y el que es fuerte (aka rico), vive. Hemos convertido la supervivencia en algo superfluo ya que lo que importa es, en primer lugar, el éxito, y en segundo, el dinero. Que vivas o mueras es lo menos importante, y si eres pobre, ya ni te cuento. Puede entenderse perfectamente, según esta premisa, que haya gente que se quiera apartar todo lo posible de la civilización. En mi caso, este hecho de habernos tenido que apartar todos de todo, me ha aportado más paz de la que esperaba, es como un hiato tremendo y basto en lo que antes solo era estrés y ansiedad. Fíjate tu, como la soledad para Moustaki, pero hecho de menos la actividad, alias la otra cortesana. Cuando tenemos lo que queremos, queremos lo contrario a lo que tenemos. Ironías del ser humano, supongo. O quizá tan sólo necesitaba un descanso. Y esto no es romantizar la cuarentena, porque no debe hacerse, es ser realista y consecuente con cómo me siento.
Creo que todo esto nos va a cambiar, y que esta generación ya no va a ser la misma. Ahora que ha parado todo, es el momento de reflexionar y sobre todo, el momento de re definir las relaciones, sean amorosas, sean amistades, sean familiares o laborales. Quizá estemos en un punto en el que podemos cambiarlo todo, o quizá, para variar, me estoy montando otra película utópica en mi cabeza.
Apartarse un tiempo de la civilización no es malo, pero estar permanentemente solo, sí que lo es, y es una putada, porque una vez esto se entiende, el individualismo se va a la mierda, y el éxito y el dinero, también. Con la que nos está cayendo, creo que todos nos estamos dando suficientemente por enterados. Como decía un buen colega mío,
“Todos formamos parte de un todo, del que ni siquiera llegamos a ser conscientes de la magnitud que tiene“.
Mañana seguiré con otro artículo, que ya veremos cuál es y de qué va a tratar. Siento mucho la posible depresión transitoria que os haya podido ocasionar, este tipo era muy profundo. Quedaos con el mínimo, prácticamente inexistente optimismo que hay en sus letras, o escuchadle y llorad un rato.