Este artículo es la secuela espiritual de aquél que escribí en enero de 2016 que no hace justicia en absoluto al Viaje de Chihiro, pero qué vamos a hacerle. Cuatro años han pasado. Os tengo yo más respeto que GabeN, que nos ha hecho esperar 12.
La cosa es que las películas de la Ghibli siempre son dignas de ser vistas infinitas veces, y maravillarnos siempre con el realismo animado que desprenden. Cualquiera que haya visto una de ellas podrá constatar que el detallismo es alucinante, y para una película cuyo guión y cuya “fotografía” está tan medida siempre al milímetro, la banda sonora original también debe estarlo. No analizaremos todos los temas de la película porque si no esto podría irse a las 3000 palabras.
INCISO PARA DECIR QUE PUEDE HABER SPOILERS, no lo sé todavía porque lo estoy escribiendo, pero vamos, mejor prevenir que que luego os echéis encima mío por no haber avisado.
Yo creía que mi película favorita de esta gente iba a ser siempre El Viaje De Chihiro, pero la cosa cambió cuando me topé con El Castillo Ambulante.
Yendo a lo que nos ocupa, esta también fue creada por quizá el que sea el mejor de los compositores de cine animado de la historia, Joe Hisaishi, una persona capaz de lograr que con su música nos metamos directamente dentro de la película. De hecho, combina tan bien con el trabajo de Miyazaki que ha habido ocasiones en las que más que una película normal, me he visto en “full inmersión que te cagas Mike“, sin 3D, sin 4D ni nada parecido.
El main theme es una especie de vals magnificente y grandioso que empieza con un piano suave mostrándonos la melodía principal, con la calma, no vaya a ser que nos estresemos así ya de primeras. Para qué, tenemos todo el tiempo del mundo y no hay prisa. Y entran las cuerdas para acompañar y darnos el toque de vals. Vemos cómo el tema va creciendo exponencialmente a medida que Miyazaki nos enseña los escenarios que vamos a ir viendo durante el principio de la película.
Todo es bonito, repleto de colorines, y la música no puede quedarse atrás, también es preciosa y repleta de matices y notas que suben, bajan y revolotean alrededor de la melodía principal que sigue llevando el piano de forma implacable, aunque en ocasiones le cambia la directiva a las cuerdas para ser el piano el que marca el ritmo y viceversa. Incluso llega el momento en el cual el piano hace una parte de pregunta musical, y las cuerdas le responden, para pasar así a otro lapso de calma y alegría.
Durante la película podemos ir observando cómo el tema crece o decrece según la situación, así como cambia de escala acorde a lo que ocurre, ya que la melodía no puede ser alegre y maravillosa cuando están cayendo bombas, tiene que ser triste, pero siempre, siempre conserva ese rayo de luz magnífico. Hasta cambia de tempo cuando Sophie es joven y cuando es vieja. Cincuenta mil variaciones para una sola melodía y que quede clavado hasta decirle a Hisaishi “ya vale tío, te estás pasando de genialidad, deja de humillarnos a todos de esta manera”. Pero con respeto, ¿eh?
Pero también podemos observar, por ejemplo, la capacidad de inducirnos a la curiosidad máxima con por ejemplo The Magic Door, que no recuerdo exactamente cuando aparecía pero por el nombre vamos a asumir que es cuando Sophie se despierta ya dentro de la casaza ambulante y se da cuenta de que la puerta puede cambiar el destino de la gente, literal y metafóricamente. Al principio la canción es sutil, como quien brinca por un campo de hierba, y después explota increíblemente para hacernos sentir la sorpresa máxima, tal como se debe sentir la protagonista en ese mismo momento. Nos hace vivir la escena con ella, no somos tan sólo espectadores. Una lástima que este theme en cuestión no esté en youtube, podréis encontrarlo en spotify.
Otra maravilla es “Cleaning The House”, que suena cuando Sophie se decide a limpiar toda la mierda del castillo, que no es precisamente poca, y cuyo atractivo principal es el hecho de haber convertido en elemento musical el sonido de “cepillar”. Ni que fuese Pink Floyd, ahí, experimentando como en el “Alan’s Psychedelic Breakfast“. 45 segundos que dicen mucho más que películas enteras.
No podemos olvidarnos tampoco del theme (To Star Lake) de cuando Sophie viaja “al pasado” y se topa con un Howl joven que flipa con la lluvia de estrellas que cae sobre esas tierras, la música nos lleva a un mundo de fantasía (más si cabe), ya que realmente estamos viviendo con ella el momento en el que Howl sella su destino con Calcifer, esa llama adorable que dice ser demonio pero que más bien es ángel de la guarda y cuya función básicamente es sostener el castillo y hacer que se mueva.
Por poner algún ejemplo más, el theme (Saliman Spell) que suena cuando van al castillo de Saliman y la Bruja del Páramo cae en la silla, es más bien aterrador, con toques tribales e incluso por primera vez si no me equivoco suenan vocales, que corresponderían al contrahechizo que se hacen a dicha bruja para devolverla a su estado (horriblemente adefésico) original, pero este cambia cuando la película se va con Sophie a hablar con Saliman para que disculpe a Howl del servicio militar por vago con el perrete al lado. En ocasiones es incluso hasta militar. El vídeo que he encontrado corresponde al canto tribal.
Otro gran theme sería “Love Under Fire”, que dura dos minutos y poco, pero que empieza de forma frenetiquísima y tensa, viene a aparecer cuando caen bombas y baja Howl a proteger a Sophie convertido en la cosa esa con plumas, y acaba de forma suave y dulce cuando llega el momento que pasamos esperando toda la película.
Y la película sigue, así como su banda sonora lo hace también, pero este artículo, como otros muchos, se está alargando demasiado, y las películas de la Ghibli son muy densas y ricas en detalle como para poder tan siquiera rascar un poco de su superficie.
Quizá sigamos con alguna otra película dentro de poco. No lo sé, lo que sé es que si ocurre, no voy a esperar otros cuatro años para hacerlo.