No me puedo creer que esté escribiendo una crónica de nuevo. No sé ni cuanto tiempo ha pasado desde la última. Ahora tengo curiosidad, esperad un momento que lo mire. Casi medio año. Seis meses sin ir a un solo concierto. esto se nos va de las manos. La cosa es que la buena gente del Teatro Zorrilla y Blues & Ritmes de Badalona me acreditaron para ir a presenciar el increíble recital de Aziza Brahim que tuvo lugar el pasado día 26 de marzo en el mencionado teatro.

Empecemos esta historia por el principio: Esta vez había decidido acreditar a un buen colega de Gambia para que se gozara el bolo conmigo así que le fui a buscar al ghetto de Gorg y después de hacernos un buen bocadillo vegetal (si, por fin la tradición ha vuelto) nos marchamos volando para no llegar tarde. Ya que estaba reiniciándolo todo, lo iba a hacer como toca. Al llegar allí no os voy a negar que estaba un poco perdido ya que hacía tiempo que no me veía en esta situación, nos confundimos de puerta, entramos, no dimos ni un paso dentro y nos dijeron que nuestras acreditaciones estaban fuera, salimos, fuimos a por las acreditaciones y volvimos a entrar ya para quedarnos dentro de la sala que parecía un Palau de la Música en miniatura.

Yo, en cuanto salió Aziza Brahim, la saharahui nacida en los campos de refugiados de Tindouf en Algeria, francamente puntual, empecé a disparar con la cámara como un loco, al fin y al cabo hacía medio año que no me veía en una de estas, medio año tremendamente raro.

Cuando vi que todos los compañeros fotógrafos ya se habían ido o ya se habían sentado, procedí a hacer lo mismo, así que me fui al asiento de atrás de mi compañero, que justo estaba intentando hacer fotos con su recién estrenado móvil. Le quité el flash y me divertí un rato viendo cómo se las arreglaba.

Mientras ocurría todo esto, Brahim, de la que por desgracia no entendí ni una palabra de lo que dijo más que la presentación que hizo en catalán, sí, en catalán, con poco esfuerzo se las había arreglado para hacernos sentir la brisa cálida del desierto mientras presentaba su nuevo disco Sahari. Ella de por sí misma ya era increíble pero junto a los músicos con los que estaba fueron capaces de hacer guirguerías increíbles encima del escenario, especialmente el hecho de que el bajo en ocasiones hacía lineas melódicas más complejas que la guitarra eléctrica me dejó flipando.

El concierto duró una hora y media que fue un trance en toda regla, la voz de esta mujer parecía salida del cielo, me recordaba extrañamente a la voz de Iseo. Creo que todos los presentes coincidiremos en afirmar que aquella noche pudimos viajar al desierto sin necesidad de levantarnos de la silla. Me sentí como cuando vi en la sala Be Good de Barcelona en 2017 a Tamikrest, aunque con una vibra un poco más sencilla.

Tengo ganas de más. La hemos jodido. Quedémonos con que fue un conciertazo increíble. Sea como sea, no creo que mis tremendísimas ganas de volver a un escenario me haya distorsionado la experiencia.

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