Yo ya no sé ni qué decir, así que ya os podéis preparar para los próximos buenos artículos. Los enfocaremos como unas previas de lo que viene, o confiamos en que venga, pero dudo mucho que esto vaya a tener la estructura de una previa tradicional. Empecemos.

Los que seáis asiduos de este humilde medio de prensa autogestionado sabréis más que de sobras mi relación con el Rototom Sunsplash. No por algo llevo siete años (espera, que lo repito otra vez) LLEVO SIETE AÑOS cubriéndolo y nueve años seguidos asistiendo.

Rototom 2019 (el mejor año hasta la fecha)

Rototom 2018

Rototom 2017 (fueron publicadas en metronome.es, otra revista digital de Barcelona llevado por compañeras, por problemas técnicos en este medio)

Rototom 2016

Rototom 2015

Rototom 2014

Rototom 2013 (esta es la más friki de todas, tenía 17 años, no la juzguéis, FreeWorld Media ni existía como tal).

Bien es sabido que con este festival he crecido. Hace ya muchos años que me planteé marcarme la de la buena década, pero ya sabemos qué es lo que pasó como para que se jodieran los planes.

He crecido allí desde los 15 años. De hecho solía decir que mi vida era lo que ocurría entre la Spannabis y el Rototom, y de repente me quedé sin ninguno de los dos. Este año, pero, ha sido distinto, ya que tuve Spannabis de nuevo en marzo y con un poco de suerte quizá también tenga la full experience del Rototom (con photopass). Confío lo justo, pero confío.

Pues este año han decidido volver a lo grande, cosa que iremos viendo en las previas que iré publicando los próximos días, o si veo que puedo hacer desplegables quizá haga una previa general. Veremos qué ocurre. The Rendition of the Rastaman is getting closer.

Ya tenéis el contexto histórico. Dentro de poco publicaré la previsión de la historia que viene, y en septiembre tendréis las crónicas, después de un vacío de dos años.

Como decía un buen amigo que conocí en el Rototom de 2016: “Paz y amor con hielo”.

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