El día de la gloria
El segundo día del festival tampoco fue corto de sorpresas que me dio la vida. El cartel estaba plagado de grupos que llevaba muchísimo tiempo queriendo ver. También puedo avanzar que este día será recordado como el día en que Cristian se convirtió en Cristian “Salvaculos”.
Como de costumbre, empecemos por el principio.
Llegué justito para comerme enterísimo y muy agusto el bolazo de Iseo & Dodosound. Iseo iba de tenista y flamenca, porque flamenca siempre. Dodosound seguía con sus genialidades en la mesa de sonido como era de esperar. El recital en cuestión, como no podía ser de otra forma, fue alucinante. Sonaron temas de todas sus épocas, viejos (como Cat Platoon, Dame, Frozen Desert, una canción que me traía muchos recuerdos y mi favorita, o Flower In The Desert, con el que todos los presentes quisimos volver a ser unos críos) y también más nuevas, como Dance Forever (que se convertiría en la BSO vol. I de este Cruïlla para mí) o Pink Safari. No podría decir nada malo de ellos, siempre se superan. van cinco conciertos suyos que cubro y cada uno ha sido mejor que el anterior, desde ese primero en la sala Salamandra de Barcelona en 2016 hasta hace cuatro días en este 2023. No tienen días malos, y si los tienen, los surfean. Los movimientos de Iseo en el escenario en ocasiones me recordaban a Aurora, aunque realmente sus estilos no podrían haber estado más lejos en el espectro musical. Bendito sea el dub de esta tierra.V
El siguiente concierto fue el de Tash Sultana, que llevaba siguiendo desde que vivía en el barri de la Salut de Badalona, digamos que 2017. No hace poco. Se me había escapado ya un par de veces y esta fue la buena. Lo de Tash Sultana es para quedarse con la boca abierta. Ella y su looper y tira millas que espera a que te pille. Ya sabíamos todos que es una genia multiinstrumentista. Lo que no sabía yo es que también toca el saxofón y además es capaz de hacerlo con una sóla mano.
Y venga a loopearse y reloopearse. Y venga a dejarnos a todos con la boca abierta. Hasta se tomó la libertad de recomendarnos que para un tema en concreto nos planteásemos hacernos un buen bocadillo vegetal, cosa que ella podría ser que hubiese hecho antes de empezar, parafraseándola. No soy muy conocedor de los nombres de sus canciones, aunque puedo asegurar que no faltaron Jungle, Notion y Big Smoke.
Y de repente, se hizo la salsa con Ruben Blades, otro pedazo de genio al que hacía ya mucho que quería ver. Puso mucho empeño desde el principio en hacer un setlist completo al del año anterior en el festival (al que yo, por desgracia, no pude asistir). También era muy consciente de la cantidad de años que llevaba encima de los escenarios. Mencionó que esperaba a muchas abuelas, pero lo que no esperaba era que sus nietas estuviesen allí con ellas. En dos horas y media de concierto se repasó casi todos los highlights de su carrera y, en una de estas en la que viajamos con él a 1976 dijo que esa canción posiblemente se escribió mucho antes de nacer gran parte de la primera fila, mientras me miraba a mí fijamente (Os dejo la foto). Efectivamente, yo nací 20 años más tarde. Lastimosamente no me pude quedar a ver el concierto entero y me perdí Pedro Navaja, aunque la escuché de lejos cuando volvía del siguiente concierto que cubrí. Por otra parte puedo asegurar que posiblemente ese fue uno de los conciertos que Cristian se gozó más. Llega un punto en el que cuando uno tiene delante a ciertos grupos el no moverse al ritmo de la música es imposible, y quien diga que es poco profesional, es que es un triste.
Después del panameño, nos fuimos corriendo a hacer la cobertura de Rodrigo Cuevas, ya que dos compañeras fotógrafas me recomendaron muy encarecidamente pasarme y, sinceramente, a mi me ponéis a un tipo como él, con un estilo increíble e increíblemente excéntrico con brillis y cadenas, mezclando estilo gallego clásico con electrónica, pues aquí tienes a un nuevo fan. Él y su pandereta, y unos contraluces que nos jodieron la mitad de las fotos, pero tu, menudo descubrimiento musical. Su aspecto en ocasiones recordaba a Freddy Mercury, y su música en ocasiones recordaba a las Tanxugeiras. Muy bien hilado todo. No miento si digo que lo flipamos todos los fotógrafos que estábamos ahí presentes. Puede que sea esta persona la primera “meige” de la que tengamos referencia. Gallegos, no os tiréis encima mío, que escribo desde la admiración más inocente y pura. Sea como sea, todos embrujados al momento. La romería más gallega de la historia.
De Bomba Estéreo, no puedo decir mucho. Lo que puedo decir es que para esa hora ya estaba hecho polvo, fue mi último concierto del día y me quedé lo justo darme cuenta de que el concierto iba a ser un ritual chamánico colombiano en toda regla, algo estaba cambiando sin duda alguna. Las fotos iban a ser cuanto menos curiosas, os las dejo a continuación.
Para cuando salíamos del recinto ya no había metro operativo (Barcelona, ¿de que vas? Luego para el futbol bien que alargáis horarios infinitamente). Cristian en ese momento se ofreció a acompañarme a mi parada del bus, que no tenía ni idea yo de donde estaba, convirtiéndose así en el salvaculos de la noche, total le pillaba de camino a su casa, así éramos dos y en caso de encontrarnos con cierta clase de personas estaríamos más cubiertos. Gracias a él llegué a mi casa.