A más simple, más bonito. Esta premisa que se usa a menudo en el mundo del arte le ha funcionado a The Revenant, la última película de Alejandro González Iñárritu, que, pese a usar una ambientación quemadísima y una trama bien sencilla, ha conquistado la gala de los Oscar con nada menos que tres estatuillas: al mejor director, al mejor actor, y a la mejor fotografía. A pesar de ello -y sabiendo que los Oscar son más un ejercicio de márketing que otra cosa- , The Revenant no va a marcar un antes y un después en la historia del séptimo arte, pues no pasa de ser una película muy bien hecha. Pero ¿qué problema hay con eso? Absolutamente ninguno. [caption id="attachment_2591" align="aligncenter" width="572"]Screen-Shot-2015-12-24-at-11.33.14-AM1 La historia de un hombre que se rechazó a morir.[/caption] Los hechos toman lugar en el año 1820, en los bosques profundos de la actual Dakota del Sur. El explorador Hugh Glass (DiCaprio), su hijo mestizo, y el resto de su campamento se ven atacados por un grupo de indios Sioux, que les roban las pieles. Los escasos supervivientes de la refriega huyen río abajo en una barca, pero los indios les pisan los talones. Mientras caza en solitario, Glass se encuentra con un oso grizzlie que se le avalanza al instante. Varios disparos y puñaladas después, el oso perece, pero no antes de inflingir heridas letales a Glass, que debe ser transportado en camilla por todo el grupo, quienes están convencidos de que morirá. Con miedo de que les alcancen los indios, el capitán decide que un pequeño grupo debe quedarse con él hasta el último momento. Pero John Fitzgerald (Tom Hardy), un hombre avaricioso y egoísta, le traiciona y lo abandona a su suerte, intentando incluso enterrarle vivo. Pero, contra todo pronóstico, Glass resurge del suelo y empieza a recuperarse, lentamente pero de forma decidida, hasta que logre su venganza. Sin llegar a ser tan bestial como en The Hateful Eight, el tratamiento de la violencia es escabroso y explícito, así que si eres muy sensible quizá no te convenga mucho verla. Durante gran parte de la cinta Glass no puede ponerse de pie, y ni siquiera hablar, cosa que hace que su historia de supervivencia sea muy difícil de creer para algunos, rozando la fantasmada o lo maravilloso. El resto de personajes apenas reciben desarrollo, siendo Fitzgerald, el antagonista, una figura despreciable pero que se puede llegar a comprender, el mejor de todos. De hecho, a mi modo de ver en esta película Tom Hardy ha hecho un mejor papel que el de Leonardo DiCaprio. Esto no significa que el trabajo del actor californiano no sea digno de alabanza, y es que la película denota un enorme trabajo físico y psicológico detrás, necesario para llevar a la gran pantalla estas situaciones extremas. Es cierto que quizá el Oscar de DiCaprio sirva más como reconocimiento a la carrera, pero no hay que menospreciar el papelón que se ha marcado. Aún siendo una historia sencilla, está muy bien contada, y huye de los juicios de valor que han caracterizado a los western durante tanto tiempo al mostrar distintas moralidades en cada una de las facciones que aparecen (europeos, Sioux, franceses). [caption id="attachment_2608" align="aligncenter" width="572"]therevenant La fotografía sí merece el reconocimiento que ha recibido.[/caption] Las estampas que genera la película bien me valieron abrir la boca un par de veces desde la butaca. Su director de fotografía, Emmanuel Lubezki, nos demuestra una vez más que es un visionario con un uso sublime de la iluminación. Iñárritu, por su parte, lo complementa con un montaje redondo y el uso del plano-secuencia que ya le costó un Oscar el año pasado con Birdman. Aunque piense que la película cuenta con una dirección excelente, no me parece justo que el director mexicano se haya llevado Oscar por segundo año consecutivo, ya que este trabajo tampoco despunta en demasía de lo que hemos visto en su obra reciente. El uso de la narración a través de imágenes -sin diálogo- hubiese surtido mejor efecto si la trama tuviese más chicha, pero aún y así funciona. Resulta también sorprendente el mimo puesto en el diseño sonoro, que logra transportarnos al momento histórico y sumergirnos más aún en la película. La banda sonora es ambiental y utiliza violines para aumentar la tensión, encajando perfectamente con la ambientación amenazante pero relajante de la tundra. Al final del día, no se trata de una película pretenciosa que te intente explicar el sentido de la vida, pero no lo necesita. Una historia sencilla muy bien contada con excelentes valores de producción, eso es lo que es, y ya desearían tener esta calidad la mayoría de películas que pasan por los cines. No es un nuevo paradigma en el cine, pero sí una cinta muy, muy sólida que los amantes del cine disfrutarán con seguridad. 4-stars  

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