Escuché A Contra Blues por primera vez en un encuentro inesperado, en un bar de copas de Barcelona, el Milano, que esperaba con vestido escarlata, la subida de los músicos al escenario. Un escenario tan poco alto como cercano. Mi amiga Bea, que venía conmigo, se había sentado en una de las butacas de la primera fila, y me senté con ella, justo a pie de cañón.

No esperábamos mucho, de hecho, nada: solo queríamos tomarnos una copa y disfrutar de un poco de música en directo. No sabíamos quién tocaba esa noche, pero nos apetecía conocer algo nuevo. Y descubrimos, en esa pequeña cueva subterránea en el corazón de Barcelona, un blues auténtico, eléctrico y alocado, que ha seguido acaparando nuestras cuentas de Spotify muy a menudo, desde entonces.

A Contra Blues se presentaron ante nosotras y todo presente como una banda con una personalidad única, con mucha fuerza y energía; como un grupo que disfruta muchísimo de la música y quiere sacar lo mejor de ella; como un conjunto de músicos con mucho talento y pocas pretensiones. Y eso ha vuelto a dejar claro en su último álbum.

“Heart and guts” salió a la luz el pasado mes de febrero, equipado de doce piezas que se siguen moviendo en la línea del blues, pero abren sus horizontes a nuevos estilos.  Como se explica en la propia página web del grupo, el disco trata temas como “la superación personal y la lucha constante contra las adversidades, los miedos o la enfermedad”.

“Corazón y agallas” es el significado literal del título del álbum. Supongo que no necesita mucha explicación, pero en la novena canción del cd, “I will there be light”, hay un par de frases que dejan bastante clara la idea. “I’m not telling you what to believe in. I’m not talking about heavens or Gods. All I know is that we have only one chance to let that spark shine guiding uso ut of the dark”.

El tema presenta una sonoridad bastante original, con voces a coro en algunos momentos. De hecho, la originalidad es un rasgo muy atribuible al álbum en general. “Heart and guts”, como iba diciendo antes, sigue una línea blues, pero explora nuevos terrenos.

El álbum abre con el ritmo de la batería en “Muddy Roads”, una pieza que se mueve sin miedo por el terreno del country, y traza un dibujo sonoro que se camina por campos distintos sin vacilar. Si bien ofrece algunas canciones que siguen más el rock & blues característico del grupo, como “Demons running wild” o “IDKWBTI”, también incorpora rasgos innovadores en otras.

“The thread”, por ejemplo, se presenta con un sonido casi apocalíptico, con un canto que sigue el estilo lírico del canto clásico. “Less leather/More rock n’ roll” se atreve con un sonido más rockero, con un guitarreo tan vivo como característico; mientras que “Miss palmer” habla de cicatrices invisibles y suena, a modo de balada, más dulce al oído, pero mantiene esta vibración de la guitarra característica del grupo.

La verdad es que A Contra Blues han querido seguir apostando fuerte en este último trabajo y consolidándose, una vez más, como una banda muy viva pero, al mismo tiempo, que cuida todos los matices de cada canción. A Contra Blues me sirve para insistir en mi idea de que la buena música no ha muerto; simplemente, ha dejado de ser comercial, de vender tanto como lo hacía en el siglo pasado.

El otro día conversaba sobre esto en Víctor Gallardo (no hacen falta aclaraciones, ya le conocéis). Con un tono melancólico, el musicópata me hablaba de los autores que murieron a los 27, de los músicos que hicieron temblar escenarios durante los años sesenta y setenta. Yo le presenté Alt J, y el próximo jueves 16 de marzo me lo llevaré a la presentación de “Heart and guts” (aunque quizás es él quién me lleva a mi), a la sala Apolo. ¿Nos vemos allí?

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