La primera parte de este artículo fue escrita por Andrea Rodríguez. La segunda parte fue escrita por Víctor Gallardo.
La noche cálida que nos ofrecía Barcelona combinaba perfectamente con el reggae que sonaba en la Sala Apolo. Una velada para bailar, escuchar buena música y disfrutar de la compañía, pero lo más importante, a manos de The Original Wailers, y sobre todo, Al Anderson, guitarrista y líder de la banda. Un rato después de haber “cenado” entramos al local, donde nos damos cuenta de que el concierto ya había empezado hacía unos minutos. Al instante, subimos las escaleras con un paso ligero, entre niebla y sudor. Llegamos a la sala, donde nos abraza “Could you be loved” junto con una oleada de ambiente denso pero libre, donde nuestros cuerpos y nuestras mentes entran al momento. El ritmo es pegadizo y la música, insuperable para el impresionante momento que estábamos pasando.
Nos metemos entre la gente. Con cámara en mano, atravesamos un camino de oyentes y bailarines, al cual me añado, y nos situamos a primera fila donde encontramos caras conocidas y otros que no, pero no importa. La música nos conecta y se crea un vínculo instantáneo entre todo el público y los músicos. Esta noche todos somos compañeros, amigos y familiares. Adelante y atrás, dejo el cuerpo muerto y dejo que el sonido me entre por las venas y se expanda de pies a cabeza, manteniéndolos en tierra, pero llevando a la mente al más allá. Cambia de tema, y mi compañero fotógrafo va bailando entre todos los puntos de vista alrededor del escenario. Yo por otro lado me quedo en un lugar al llegar y me quedo a bailar y disfrutar para el resto del concierto. De hecho, me hace un par de fotos sin que me dé cuenta. Suena Zimbabwe, uno de mis temas favoritos y a pesar de que faltaban voces, no las echo de menos. Los instrumentos llenan el vacío de sobra, la batería poderosa y con peso, me gustaba demasiado. Encima, teníamos el ampli de la guitarra de Al a nuestro lado, y escuchar sus solos fue un golpe de suerte. Se escuchaba más que el resto de instrumentos, pero no molestaba.Mientras, en un espacio distinto pero en el mismo plano temporal…
Yo ya les conocía, de hecho, les entrevistamos en 2015 Ama y yo. Fueron de los primeros de muchos que vendrían y que vendrán.
Las expectativas eran altas, y verles allí otra vez me puso los pelos de punta. Al Anderson había formado parte de un grupo que cambió la historia musical para siempre.
Me sorprendió ver cómo estaba tan supremamente mal iluminado, en teoría era la persona que con más focos debía estar, pero por alguna razón que no alcanzo a entender, el foco le iluminaba por detrás, en lugar de por delante.
Al poco nos encontramos con Simon, gran omnipresente en las fiestas de género de Barcelona, quien digamos que nos ayudó todavía más a meternos en el ambiente si cabe.
No cabe duda que dieron la talla, fue tan increíble o más que la última vez que vinieron por estas tierras. Ahora falta ver a los Wailers de Junior Marvin para poder comparar y decidir cuál de los dos grupos “tributo” merece más el honor de llamarse “Los Wailers”.
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