Este artículo ha sido escrito prácticamente en su totalidad por Joan Requena, así como las fotografías están hechas por Víctor Gallardo.
Hace unas semanas tuvimos la oportunidad de asistir al concierto de uno de los grandes del Folk, Art Garfunkel. Conocido principalmente gracias a Simon & Garfunkel, agrupación que formó hace más de medio siglo junto a su compañero Paul Simon, Artie recaló en el Festival Jardins de Pedralbes dispuesto a revivir las mejores piezas de su época dorada. En un ambiente de lo más distendido, quizás en exceso, poco tardamos en comprobar lo lejos que le queda ya esta. No obstante, es de justícia mencionar que dejó alguna que otra pincelada musical memorable, cual soldado herido que quiere morir matando.
Puntualidad británica del artista estadounidense. A las 10 tocadas de la noche salía al ruedo junto a los músicos que le acompañarían esa calurosa velada barcelonesa. Un pianista y un guitarrista. Saludó al público con un comentario campechano, ‘no me puedo creer que siga haciendo este trabajo’ (y después de lo que vimos, nosotros tampoco). Arrancó las risas de los presentes y la música empezó a sonar.
The Boxer fue el tema que rompió el hielo. Cantada a dúo es un tema impresionante, tranquilo y pasivo, pero con sus toques potentes, a la par que avanza. Cantada por Garfunkel nos pareció notar que le costaba llegar a algunas notas altas y Víctor (acreditado como fotógrafo), se empezó a lamentar, ya que él conocía bien su obra y sabía lo que había llegado a ser esta canción.
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Continuó con ‘Perfect Moment‘, para dar paso a la emotiva ‘New York‘, dedicada a su ciudad natal. En la cuarta pista, ‘Scarbrough Fair‘, se pudo comprobar que Art no solo disponía del ritmo de las teclas y de las cuerdas, desde la mesa de mezclas se aportó un sonido para llenar el hueco de un inexistente instrumento de percusión. Pero sin duda, este tema dejó clara la perdida de voz de Artie, no pudiendo alcanzar las notas más altas cuando era exigido, otra vez.
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Salieron a relucir otras piezas como ‘A Poem Underground Wall‘ (del álbum ‘Sc. Fair’, 1967), una versión del clásico de Randy Newman, ‘She’s a very emotional girl‘. Los dos cronistas que firman este artículo pudimos observar comó Art recordaba de forma constante a su compañero Paul Simon y los procesos de grabación de los álbumes del duo. ¿Nostalgia? Podría ser, teniendo en cuenta lo expresivo que es él como artista. O no, quizás es que en el fondo sabe que el éxito de ‘Simon & Garfunkel’ siempre residió en el talento de su colega Simon para componer.
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Recordo sus noches en el Royal Albert Hall de Londres con un breve poema, calificandolo cómo ‘el mejor lugar donde ha actuado’. Fue curioso ver como antes de cada canción, Garfunkel entonaba un discurso poético para rememorar cualquier recuerdo del pasado. Lo hizo contínuamente. Pues el Folk, al fin y al cabo, es la poesía musicalizada (o lo era).
Art fue de menos a más, y en los temas posteriores su voz fue aclarandose. Apareció entonces la fabulosa ‘Bright Eyes‘ de composición propia. Luego, con el público en el bolsillo, dio paso a su obra más conocida: ‘The sound of silence‘. “Aquí está la canción que cambió mi vida“, recordó. Inmediatamente se levantó de su largo taburete para animar al público. Picando con furia su pie contra el suelo, marcaba el ritmo de este clasicazo. “…Within the sound… of silence!”. Era el momento que todos habíamos estado esperando. Y hace mucha justícia decir que no decepcionó en absoluto, al menos personalmente.
El setlist iba consumiendose y aún faltaba algún clásico por resonar. Art no se olvidó de explicar cómo fueron los inicios de ‘Simon & Garfunkel’. “Necesitábamos dinero para hacer nuestra música, Paul y yo viajamos por toda Europa para buscarnos la vida“. Una de las canciones que compusieron en esa época de universitarios y que tocó ya al final del concierto fue ‘Kathie’s Song‘, quien parece que era su representante “de calle” en aquella época.
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Y en el bis salió “Bridge over trouble water“, en medio de una gran ovación, bien ejecutada generalmente aunque sus cuerdas vocales le jugó alguna que otra mala pasada que el público pasó por alto. Pues el aplauso final fue inconmensurable.
Quizá pudimos ver algo de lo que quedaba de Garfunkel aquella noche. Al fin y al cabo, se agradece.
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