En el mundo donde vivimos somos conscientes en gran parte del espacio que tiene la tradición, el que hallamos nacido dentro de un marco de convenciones no nos debería extrañar, o es que acaso y por ejemplo: ¿nos podríamos imaginar fuera de una cultura?  A duras penas algunos se imaginan sin su teléfono móvil.  Las conjeturas de hombres de vida aislada, solitarios como lobos, han quedado en el cajón de los recuerdos, ese sauvage  Rousseano solo pudo sobrevivir para la historia de la filosofía. ¿Por qué tantas divagaciones?, ¿acaso esto no es una revista de música? Exactamente mi lector, a eso vamos, hablaremos de uno de esos artistas que está bien agarrado a la tradición, que da la sensación de ser un fruto que nunca vaya caer del árbol.

Gary Clark Jr es nuestro artista, estuvo presente en Barcelona, nada más y nada menos que en la tradicional sala Apolo el anterior 24 de julio. Para quien no lo conozca podemos decir de él que es uno de los abanderados de las nuevas generaciones del blues. Todo el rollo inicial sobre la tradición se debe a este detalle, y está claro que todo está dentro de una tradición, pero una cosa es la tradición y la otra ser tradicional. El caso es que este músico texano es un retorno a las raíces de la música afroamericana y del blues en un entorno musical dominado por las nuevas tendencias, esto es una verdadera proeza.

Y es que todo parece fluir incesantemente, en los noventas el hip hop estaba en lo más arriba, en los 70s la gente se alucinaba con Led Zeppelin, el rock’n roll se tomó los 50s y podría seguir diciendo casos y casos hasta acabar exhausto, y esto ha sido posible porque la nueva música está construida en los cruces de camino de las tradiciones musicales. Es inevitable escuchar blues en Led Zeppelin o en el rock’n roll, inclusive en el estilo de recitación del hip hop pero nunca le llamaremos blues, el blues reboza fecundidad, repartió su genética y fue muy fecundo pero también se diluyó.

Gary Clark Jr, el cual ha tocado junto a artistas de la talla de Eric Clapton o Robert Cray, es una oportunidad para encontrar esa parte de pureza, pero no estamos hablando de él como una representación, como alguien que nos vuelve a presentar el blues tal y como era, para eso mejor lo genuino, se trata entonces de darle otra vida, llevar al blues a su evolución no a su disolución. Este hombre es capaz de conjugar blues, rock, soul y otros géneros sin que pierdan su consistencia, él es capaz de extraer hasta la última gota de jugo. Lo anterior parece ser un punto fuerte en los músicos texanos, solo por poner de ejemplo a los también texanos Stevie Ray Vaughan o Lightnin’ Hopkins, que supieron reinventar el blues a base de técnica.

Sí, Gary Clark Jr es una armonía entre sentimiento y técnica, ha sido incluso comparado con el mismísimo Jimi Hendrix. Aunque odio las comparaciones, pues parecen confundir más que otra cosa, es evidente la influencia de Hendrix en su música, pero me pregunto que bluesman posterior a Hendrix no se ve afectado por el breve tiempo en que este mito acaricio la guitarra. Gary es consciente de esto y no quiere ser otro más que él, al escuchar sus solos se puede escuchar la influencia de Albert King, de Buddy Guy o de los inconfundibles vibratos de BB King, los cuales han pasado a ser propiedad exclusiva de la tradición; en el caso de su voz el primero que se me pasa por la cabeza es Marvin Gaye, al que al mismo tiempo iguala en presencia y elegancia al vestir. El pasado 24 de julio fue una oportunidad de ver un artista integral que se encuentra entre la tradición y el emprendimiento, a quien ya conoce a este artista no hace falta decírselo, a quien aún no lo ha escuchado debe apresurarse a hacerlo. El álbum “The story of Sonny Boy Slim” es recomendable para comenzar esta nueva experiencia, no hace falta decir nada más.

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