Último día de festival, había que despedirse de la música en directo hasta vayan ustedes a saber. Triste panorama el que nos esperaba, aunque yo todavía no lo supiese en ese momento.
Una vez dentro, llegué a tiempo justo como de costumbre para hacer fotos a Iseo y a Dodosound junto a sus Cazarratones, pero para mi sorpresa todavía no había ningún otro fotógrafo allí. Me los encontré después. Les comenté que ya podían prepararse para el mejor concierto del festival y me miraron con una cara que era más bien un “no sabes lo que estás diciendo”.
Empezó el concierto con una Iseo sentada en medio del escenario tocando un tecladillo para introducir un tema nuevo ya así de primeras (recordemos que el concierto formaba parte del “Inédito Tour”, en el que se presentan temas nuevos del tercer disco).
Al terminar salió Dodosound y se pusieron juntos a la obra para Digital Shots. Era increíble volver a tener los sub bajos tan cerca y sentirlos tanto. A estas alturas creo que ya todos recordamos que la última vez fue en noviembre del 2019 y que esa crónica no la escribí yo para este medio.
Antes de que nos echaran del foso, la tercera canción fue mi favorita, “Frozen Desert“, que me hizo volver a viajar en el tiempo (sé que tengo un problema grave con este asunto) hasta 2018. Tanto vivido y tanto olvidado.
Salimos de allí y les dije a mis compañeros que ese concierto no me lo podía perder, así que me metí entre el público a hacerme mi buen bocadillo vegetal, que tenía ya en las manos para cuando empezó Chan Chan, y volvieron los recuerdos, y volvieron las emociones con ellos, y me fui a Razzmatazz en 2019, pero no estaba quien yo quería. Y ya casi que ni me importaba, era mejor así. Como ya dije en la crónica de La Casa Azul, todos hemos cambiado demasiado. Los que éramos entonces ya ni existían. Y lo entendí allí mismo, como una epifanía que le viene a uno cuando alguien de la talla de Iseo está en el escenario.
Un poco de Fresh Air a continuación. Decidí avanzar un poco en la multitud y allí me terminé mi bocadillo vegetal antes de entrar a la “zona segura” acordonada donde no se permitían ni birras ni nada que se pareciese a un cigarro.
Nos fuimos al desierto, la canción de la liberación definitiva de una persona. ¿Introspecciones musicales? Las que vosotros queráis. Siempre son agradecidas viniendo de ella. Una flor en el desierto (Flower Of The Desert) a la que nadie le puede decir que hacer. Hay veces que pienso que todo el álbum Roots In The Air (2017) es prácticamente conceptual.
No Pain fue como el mismo título, es una canción que evoca, pero no castiga. Quizá me esté dejando llevar demasiado. Quizá haya veces que merezca la pena. Una ocasión como esa, por ejemplo.
No tocaron muchos temas más, sólo tenían una hora de tiempo para hacer su actuación. Iseo suele decir que es muy gata, pero para serlo tanto, no tocaron Cat Platoon, himno donde los haya. Fue una lástima. Y al final, mientras se despedían, así como en Razz en 2019 sonó aquél magnífico cover del “Fisherman Row” de “The Congos“.
Así termina esta historia, rodeado de bajos profundos, recuerdos agridulces y tremendísimo pseudo-soundsystem.